28 jun 2009

El protocolo de Kyoto


El Protocolo de Kyoto es un acuerdo internacional asumido en 1997 en el ámbito de Naciones Unidas que trata de frenar el cambio climático. Uno de sus objetivos es contener las emisiones de los gases que aceleran el calentamiento global, y hasta la fecha ha sido ratificado por 163 países. Este acuerdo impone para 39 países que se consideran desarrollados (no afecta a los países en vías de desarrollo como Brasil, India o China) la contención o reducción de sus emisiones de gases de efecto invernadero.

Para llevar a cabo esta reducción de emisiones según el Protocolo de Kyoto, se tomaron como base las emisiones generadas en el año 1990, de forma que los países que acatan el protocolo deberán reducir sus emisiones en un 8%. Para verificar el cumplimiento se medirá la media de emisiones desde el año 2008 hasta el 2012.

La Unión Europea tiene fijada una reducción del 8%, si bien se realizó un reparto entre sus países miembros, de forma que, por ejemplo, a España se le consentiría un aumento en sus emisiones de 15% partiendo como base de sus emisiones en 1990. El problema para España radica en que, hasta la fecha, estas emisiones han aumentado en un 53%, lo que complica en gran medida el cumplimiento del protocolo de Kyoto.

España no tomó medidas para cumplir el protocolo de Kyoto hasta 2004, por lo que está en una situación difícil, y muy posiblemente deberá comprar derechos de emisión a otros países que han conseguido reducir sus emisiones más de lo fijado. De este modo se intentará que la unión europea cumpla sus previsiones. En el año 2002, la UE había conseguido reducir en un 2,9% sus emisiones con respecto a 1990.

Estados Unidos es otro de los grandes protagonistas en el protocolo de Kyoto, ya que aunque firmo el acuerdo en 1998, lo rechazó posteriormente, y hasta el momento se niega a ratificarlo. Los miembros del tratado están estudiando nuevas fórmulas para que Estados Unidos y otros países muy contaminantes en vías de desarrollo, firmen el acuerdo y reduzcan sus emisiones.


Autora: Eloisa Azanza

19 jun 2009

Cambio climático, ¿qué es?





Se llama cambio climático a la modificación del clima con respecto al historial climático a una escala global o regional. Tales cambios se producen a muy diversas escalas de tiempo y sobre todos los parámetros climáticos: temperatura, precipitaciones, nubosidad, etcétera. Éstos se deben a causas naturales y a la acción desenfrenada de la humanidad.

Por otro lado, el término suele usarse de forma poco apropiada, para hacer referencia tan sólo a los cambios climáticos que suceden en el presente, utilizándolo como sinónimo de calentamiento global. Además del calentamiento global, el cambio climático implica cambios en otras variables como las lluvias globales y sus patrones, la cobertura de nubes y todos los demás elementos del sistema atmosférico. La complejidad del problema y sus múltiples interacciones hacen que la única manera de evaluar estos cambios sea mediante el uso de modelos computacionales que intentan simular la física de la atmósfera y de los océanos y que tienen una precisión muy limitada debido al desconocimiento actual del funcionamiento de la atmósfera.

Contaminación, ¿qué es? ¿Cuál es su papel en este proceso?

Apelando al diccionario de la Real Academia Española, el término contaminación refiere a desechos que quedan después de haber escogido lo mejor y más útil de algo. Cosa que, por usada o por cualquier otra razón, no sirve a la persona para quien se hizo. A su vez, influyen los residuos, que es la parte o porción que queda de un todo. Aquello que resulta de la descomposición o destrucción de algo (material que queda como inservible después de haber realizado un trabajo u operación).

Cada una de estas definiciones hace referencia a descartes de procesos industriales o comerciales. Cuando pensamos en los residuos no imaginamos un bosque tupido, por ejemplo. Esto es así, porque en la naturaleza, no hay residuos. Los ecosistemas presentan una interacción continua entre factores biológicos y no biológicos, lo cual produce una circulación ininterrumpida de materia entre el medio inorgánico y las comunidades vivientes.

En cada comunidad existen conjuntos de seres vivientes con necesidades complementarias, de forma que unos son productores (vegetales), otros consumidores (animales) y unos terceros descomponedores (microorganismos) de los restos que se generan. Este proceso de reciclado natural, en que la materia se transforma fluidamente para beneficio de todos, debe ponernos a pensar en los modelos de producción de la modernidad y en su baja eficiencia, si tomamos en cuenta la cantidad de energía utilizada, los recursos consumidos y los desechos generados.

A raíz de las acciones del hombre en la sociedad, el medio ambiente se está debilitando, razón por la cual hoy en día pueden evidenciarse los efectos del cambio climático, que muy lejos de disminuir, están acentuándose cada vez más.

Los contaminantes atmosféricos, normalmente medidos en la atmósfera urbana, provienen de fuentes móviles (tráfico rodado) y de fuentes fijas de combustión (industrias, usos residenciales -climatización-, y procesos de eliminación de residuos). Se distingue entre contaminantes primarios y secundarios. Los primeros son los que proceden directamente de la fuente de emisión. Los contaminantes secundarios se producen como consecuencia de las transformaciones y reacciones químicas y físicas que sufren los contaminantes primarios en el seno de la atmósfera, distinguiéndose, sobre todo, la contaminación fotoquímica y la acidificación del medio.


El calentamiento global es un hecho.

Causas y consecuencias.

Desde hace unos doscientos cincuenta años, algunas actividades desarrolladas en los países donde se estableció el capitalismo industrial comenzaron a despedir hacia la atmósfera una serie de gases contaminantes que aceleran el calentamiento del planeta. Estos gases son el resultado del proceso de combustión de fósiles: al quemarse carbón, petróleo o gas, la atmósfera recibe el impacto de la emanación de dióxido de carbono (CO2), entre otros componentes. El incremento del volumen de estas emanaciones ha producido como consecuencia el agravamiento de lo que se denomina efecto invernadero, y por tal motivo, las temperaturas más altas de la historia se han registrado durante las décadas pasadas. Como se mencionaba anteriormente, el incremento de la concentración de CO2 en la atmósfera, se inició con la revolución industrial en el siglo XVIII, pero se agudizó a partir de la segunda mitad del siglo XX. Este proceso se ve intensamente acelerado en los últimos años por la actividad humana, que conscientemente está transformando las condiciones de vida en el planeta.

Las temperaturas medias anuales se han elevado y el ritmo cíclico del clima al que estábamos acostumbrados se ha alterado, por lo cual puede evidenciarse que éste está cambiando.

Las sociedades, al desarrollarse, supusieron un clima futuro insensible, sin variantes respecto del presente. Sin embargo, los estudios científicos demuestran que en esta oportunidad el creciente cambio de la temperatura, acelerado por la acción humana sobre la naturaleza, podría tener graves consecuencias.

Este cambio climático no responde a los ritmos del cosmos y la naturaleza: es producido sobre todo por la actividad humana. Esta transformación acelerada pone en riesgo la capacidad de adaptación de los seres humanos y los ecosistemas a las consecuencias que esta elevación de la temperatura pueda causar. Algunas de ellas son:

Huracanes y tormentas.

La elevación de la temperatura media de la tierra produce un incremento en la temperatura de los océanos, ocasionando más tormentas y huracanes serios. Este aumento implica mayor evaporación y una atmósfera más cálida que puede retener más humedad. En consecuencia, hay más agua que puede caer en forma de precipitación en periodos de tiempo cada vez más cortos.

Cuando el océano se calienta, las tormentas adquieren más energía y se hacen más fuertes, provocando inundaciones en algunos sectores.

Aumento del nivel del mar.

Durante todo el siglo XX, el calentamiento produjo un retroceso importante de los glaciares y el inicio del derretimiento de los cascos polares, lo que inevitablemente impactó elevando el nivel del mar, que subió entre 10 y 20 cm, con respecto a épocas pasadas. El derretimiento de los polos transforma las corrientes marítimas sin poder determinarse las consecuencias ni prever el alcance de algunos efectos tales como la intromisión de agua salada del mar en reductos de agua dulce, lo cual podría reducir la calidad y cantidad de agua potabilizable. Otra consecuencia es el peligro de extinción de algunas especies como osos polares, que no encuentran superficie de hielo y se ahogan, entre otros.

En Argentina se estima que, hacia el año 2100, el mar podría subir entre 15 y 60 cm.

Más tormentas, más lluvias. Efectos en la sociedad.

El calentamiento afecta a todo el planeta, pero las sociedades más pobres se encuentran más expuestas a las consecuencias de las catástrofes naturales provocadas por el aumento global de la temperatura atmosférica, perjudicadas por la falta de sistemas preventivos y las dificultades económicas que estos desastres producen. Por ejemplo, en Argentina la economía depende de la producción primaria agropecuaria donde el clima tiene un papel fundamental. Es así, que durante las tormentas ocurridas en el 2006, se produjo una gran desestabilización en la economía.

Durante los próximos años, tormentas severas, granizos, inundaciones y vientos de más de 200 km. serán cada vez más frecuentes.

Incendios.

Las ondas de calor serán más frecuentes y más intensas. Las sequías y los incendios forestales ocurrirán más a menudo. Un nuevo estudio estadístico revela que la actividad de los grandes incendios se incrementó "súbita y dramáticamente" a finales de los años 80 con temporadas de incendios más largas y un número mayor de incendios más potentes, debido parcialmente al calentamiento global.

Efectos a la salud.
Hay enfermedades que vuelven a aparecer, como consecuencia del calor, sequías y climas cálidos.

En nuestro país, está la amenaza del dengue, el hantavirus y la reaparición del virus del Nilo Occidental. Los vectores que antes no alcanzaban ciertas zonas por el frío que ahora avanzan: la invasión de mosquitos y el crecimiento de especies como los escorpiones, también llamados alacranes, son síntomas preocupantes. Todos estos casos, son consecuencia directa de la tropicalización de nuestro clima, resultado del calentamiento global. Ahora se pueden observar ejemplares de mayor tamaño, incremento en la cantidad de infectados y también agudización de la gravedad de los cuadros.

El efecto invernadero, ¿por qué calienta el planeta?

El efecto invernadero es un fenómeno natural y gracias a él existen en la tierra condiciones para que pueda haber vida, tal cual la conocemos.

En el clima de la tierra influye un continuo flujo de energía proveniente del sol. Dicha energía llega principalmente como luz visible. Una parte de la misma se dispersa inmediatamente y vuelve al espacio, pero la mayor parte, aproximadamente el 70%, atraviesa la atmósfera para calentar la superficie de la tierra.

La tierra, por su parte, se desprende de dicha energía enviándola de nuevo hacia el espacio en forma de energía infrarroja. Pero su liberación final en es el espacio se ve frenada por los gases de efecto invernadero, como el vapor de agua, el dióxido de carbono, etc.

Los gases de efecto invernadero representan sólo aproximadamente el 1% de atmósfera, pero son como una manta que envuelve la tierra y retienen el calor. Si no existieran, el planeta tendría una temperatura 30º más baja.

¿Qué hacer para impedir este cambio?

Cada ciudadano puede comprometerse y cambiar algunos aspectos de su forma de vida.

*Utilizar el transporte público en lugar del auto.

*Caminar, usar la bicicleta.

*Usar lámparas de bajo consumo o tubos fluorescentes.

*Evitar las pérdidas de calor aislando puertas y ventanas.

*Usar aparatos eléctricos más eficientes, con etiquetado energético de clase A.

*Aprovechar la luz natural al máximo.

*Plantar árboles.

*Gastar menos energía para calentar y enfriar.

*Disminuir el consumo, comprar productos con pocos envases, reciclar.

*Apagar totalmente los televisores, videos, DVD, computadoras y equipos de música cuando no se usen.

*Construir las nuevas edificaciones utilizando energías renovables.

*Exigir tecnologías más eficientes en los autos, con menos emanaciones de CO2.

*Reclamar a los gobernantes el uso de energías renovables.


Autora: Debra Musso

13 jun 2009

El negocio detrás del dengue





Según los comercios, entre las versiones de repelentes que ofrece el mercado hay una marca que es la “vedette” de la demanda. El producto desaparece muy rápido de las góndolas de los supermercados, farmacias y comercios de barrios.

Sobretodo, el más buscado por la mayoría de la gente es la versión en tubos de aerosol de OFF! , ya que por la comodidad de este formato permite aplicarlo sobre la ropa, no mancha y su uso es muy práctico para toda la familia, ya sea en niños como en adultos.

Sin embargo, este producto lleva la delantera en las ventas a pesar de tener mayor precio (unos 14 pesos por 290 centímetros cúbicos)

Cabe destacar que, luego de un informe publicado por el canal TELEFE de Buenos Aires sobre el negocio desarrollado a partir de la problemática del dengue, los repelentes se vendieron mucho gracias a la psicosis general instalada en la sociedad a través de los medios masivos de comunicación.

Los clientes han comprado en cantidad en los últimos días produciendo el faltante y la provisión se vio afectada también por las grandes compras realizadas por la nación y los gobiernos provinciales.

Además, esto generó la suba repentina y descontrolada de los mismos, debido a que, esta enfermedad viral, ya está instalada en nuestro país y avanza a pasos agigantados, ganando día a día nuevas víctimas.

Tampoco tiene estratos socio-económicos y no entiende de razas, si bien es verdad que los sectores más marginados son los más vulnerables a padecerla, hoy todos y absolutamente todos estamos en riesgo.

Los mosquitos se transformaron en el enemigo público número uno y las armas para combatirlos en la mercancía más codiciada, al punto que otra opción son los productos tradicionales como repelentes e insecticidas. En ese sentido, empiezan a cobrar auge algunas alternativas desacostumbradas como las esencias y aceites a base de citronella, vegetal propio de las zonas subtropicales cuyo aroma ahuyenta a los insectos.

Como si esto fuera poco, siempre está esa viveza argentina, en la que los comerciantes especulan y aumentan el precio por las dudas tratando de sacarle provecho a la situación, mientras el vendedor se beneficia, se abusa del cliente, que en definitiva, es el que se ve perjudicado a la hora de de sacar el dinero de su bolsillo y no le queda otra alternativa que pagar.


Autora: Florencia Reyes

11 jun 2009

PREVENCIÓN DEL DENGUE

Principalmente debemos saber que el mosquito del Dengue vive en agua clara, que parece limpia, y se junta en las gomas, los techos, los aljibes, tanques de agua sin tapas, floreros, entre otros; por eso, es necesario eliminar todos los reservorios de agua que puedan propiciar el desarrollo del mismo.

Por otro lado, debemos evitar el contacto con los mosquitos en sus horas más activos a través del uso de repelente, si la economía lo permite, debe usarse de día, cada 2 o 3 horas y en la dosis mínima, es necesario no exagerar con esto porque es una Piretrina y es tóxica. Los bebés menores de dos meses no pueden utilizarlo, pero se puede buscar una tela de tul y dejarlos debajo de él. También se puede usar jugo de limón como repelente y en la medida de lo posible dentro de la casa usar Piretrinas (como la Kaotrina) diluidas en agua y pasar el lampazo una o dos veces por día, eso ahuyenta moscas y mosquitos y no es tóxico para humanos y animales.

En efecto, es necesario tener en cuenta que el mosquito que transmite el Dengue pica de día solamente, por lo que se considera fundamental usar ropa de algodón que cubra brazos y piernas.

Finalizando, es importante destacar que el cuidado recae, sobre todos nosotros, y especialmente sobre embarazadas, a las que provoca parto prematuro y no produce aborto ni malformaciones al bebé; a los ancianos, porque muchos tienen diabetes, insuficiencia cardíaca y otros problemas que los hace más débiles a una fiebre tan alta; a los bebés hasta tres años porque se deshidratan mucho más fácilmente que los niños más grandecitos; portadores de SIDA, personas que tienen insuficiencia renal y que están en hemodiálisis, porque tienen menos defensas; los que toman antiinflamatorios o usen corticoides ya que no tienen fiebre alta al principio y se detecta muy tarde su contagio de Dengue.

No se quede esperando a las autoridades sanitarias, ni las fumigaciones, acepte rápidamente que esto lo resuelve usted, su familia, la comunidad, el pueblo, organizándose.


Autora: Aylén Pironti

8 jun 2009

¿Qué es el dengue?


El dengue es una enfermedad viral transmitida por el mosquito Aedes Aegypti, causada por el llamado Virus Dengue del cual se pudieron aislar cuatro tipos diferentes. Manifestada en su “Forma Clásica”, o “Fiebre del Dengue”, se presenta como una enfermedad febril aguda, similar a un síndrome gripal, y sus síntomas pueden ser: dolor de cabeza, dolor detrás de los ojos, dolores musculares, articulares, náuseas o vómitos, y en ocasiones la aparición de manchas rosadas en la piel. Sin embargo, esta es una fase que por lo general transcurre sin consecuencias, los casos preocupantes son los de “Fiebre Hemorrágica del Dengue”, que implican graves complicaciones. Esta etapa agravante de la enfermedad se da generalmente en personas que ya habían padecido del dengue clásico con anterioridad.

Es importante destacar los conflictos inmunológicos con los que este virus nos desafía. Como dijimos, existen cuatro tipos de dengue identificados hasta el momento. La infección con un serotipo del virus genera inmunidad para el mismo, pero no para los otros tipos. En consecuencia, la re-infección con otro tipo del virus constituye un factor de riesgo importante para contraer las formas más graves de la enfermedad.

El Aedes Aegypti es un mosquito que puede ser reconocido por las marcas blancas que lleva en su dorso y patas. Originalmente fue conocido como el agente transmisor de la fiebre amarilla, descubrimiento llevado a cabo por el científico cubano Carlos Juan Finlay en febrero de 1881. Ya en 1906 se asoció al mosquito con la enfermedad del dengue también, y aún así hoy, un siglo después del descubrimiento, lo sufrimos como una pandemia. Este fenómeno tiene dos causas principales: en primer lugar, el descuido en las medidas sanitarias urbanas, sobre todo en las zonas de viviendas carenciadas, lo que favorece las condiciones para que se desarrollen los criaderos de mosquitos. La segunda razón es más bien de carácter histórico, ya que para 1970 se erradicó al mosquito fumigando con DDT (diclorodifeniltricloroetano), que es un insecticida sintético de acción prolongada. Sin embargo, fumigar es una medida útil en un momento de emergencia, pero no sirve para terminar con el problema, ya que sólo afecta al mosquito adulto, no a los huevos que éstos hayan depositado. Hoy en día se produjo un brote de mosquitos más fuerte, ya que se han vuelto resistentes. La mejor manera de combatirlos es tratando de evitar los criaderos de mosquitos, es decir, no permitir la creación de condiciones favorables para que el adulto coloque sus huevos.

El virus no se transmite directamente de una persona a otra. El Aedes Aegypti actúa como vector participando de un ciclo de transmisión. Lo que ocurre es que si el mosquito se alimenta de la sangre de una persona infectada, él mismo pasa a estar infectado, y luego transmite la enfermedad a otra persona por medio de su saliva cuando la pica. A través de este ciclo continúa la cadena de propagación.

El virus constituye un serio problema para la Salúd Pública, ya que cuando un brote se instala se requieren alrededor de 30 años de actividades continuas para eliminarlo. Los primeros casos en Argentina se registran en 1988, en la provincia de Salta, pero luego la enfermedad se propagó en todas las provincias norteñas, y actualmente, también en el centro del país.

La situación en Rosario puede mostrar el crecimiento exponencial de la enfermedad en los últimos años. Desde 1997 hasta el 2006, en promedio, se registraban en la ciudad 2 o 3 casos sospechosos de dengue, y, a lo sumo, un caso confirmado. En 2007, se identificaron 25 casos sospechosos y se confirmaron 7 de ellos (algunos procedentes de países limítrofes y otros autóctonos).


Autor: Andrés Gutiérrez