El dengue es una enfermedad viral transmitida por el mosquito Aedes Aegypti, causada por el llamado Virus Dengue del cual se pudieron aislar cuatro tipos diferentes. Manifestada en su “Forma Clásica”, o “Fiebre del Dengue”, se presenta como una enfermedad febril aguda, similar a un síndrome gripal, y sus síntomas pueden ser: dolor de cabeza, dolor detrás de los ojos, dolores musculares, articulares, náuseas o vómitos, y en ocasiones la aparición de manchas rosadas en la piel. Sin embargo, esta es una fase que por lo general transcurre sin consecuencias, los casos preocupantes son los de “Fiebre Hemorrágica del Dengue”, que implican graves complicaciones. Esta etapa agravante de la enfermedad se da generalmente en personas que ya habían padecido del dengue clásico con anterioridad.
Es importante destacar los conflictos inmunológicos con los que este virus nos desafía. Como dijimos, existen cuatro tipos de dengue identificados hasta el momento. La infección con un serotipo del virus genera inmunidad para el mismo, pero no para los otros tipos. En consecuencia, la re-infección con otro tipo del virus constituye un factor de riesgo importante para contraer las formas más graves de la enfermedad.
El Aedes Aegypti es un mosquito que puede ser reconocido por las marcas blancas que lleva en su dorso y patas. Originalmente fue conocido como el agente transmisor de la fiebre amarilla, descubrimiento llevado a cabo por el científico cubano Carlos Juan Finlay en febrero de 1881. Ya en 1906 se asoció al mosquito con la enfermedad del dengue también, y aún así hoy, un siglo después del descubrimiento, lo sufrimos como una pandemia. Este fenómeno tiene dos causas principales: en primer lugar, el descuido en las medidas sanitarias urbanas, sobre todo en las zonas de viviendas carenciadas, lo que favorece las condiciones para que se desarrollen los criaderos de mosquitos. La segunda razón es más bien de carácter histórico, ya que para 1970 se erradicó al mosquito fumigando con DDT (diclorodifeniltricloroetano), que es un insecticida sintético de acción prolongada. Sin embargo, fumigar es una medida útil en un momento de emergencia, pero no sirve para terminar con el problema, ya que sólo afecta al mosquito adulto, no a los huevos que éstos hayan depositado. Hoy en día se produjo un brote de mosquitos más fuerte, ya que se han vuelto resistentes. La mejor manera de combatirlos es tratando de evitar los criaderos de mosquitos, es decir, no permitir la creación de condiciones favorables para que el adulto coloque sus huevos.
El virus no se transmite directamente de una persona a otra. El Aedes Aegypti actúa como vector participando de un ciclo de transmisión. Lo que ocurre es que si el mosquito se alimenta de la sangre de una persona infectada, él mismo pasa a estar infectado, y luego transmite la enfermedad a otra persona por medio de su saliva cuando la pica. A través de este ciclo continúa la cadena de propagación.
El virus constituye un serio problema para
La situación en Rosario puede mostrar el crecimiento exponencial de la enfermedad en los últimos años. Desde 1997 hasta el 2006, en promedio, se registraban en la ciudad 2 o 3 casos sospechosos de dengue, y, a lo sumo, un caso confirmado. En 2007, se identificaron 25 casos sospechosos y se confirmaron 7 de ellos (algunos procedentes de países limítrofes y otros autóctonos).
Autor: Andrés Gutiérrez
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